Nueva York, Filadelfia, Chicago, Seattle, Oakland, Washington, Portland y Boston son algunas de las ciudades que han reaccionado con protestas multitudinarias tras la victoria del candidato republicano, Donald Trump, en las elecciones a la presidencia de Estados Unidos.
Los resultados han puesto de manifiesto que Estados Unidos se encuentra ideológicamente partido en dos y que existe una confrontación palpable que no se ha hecho esperar. Mientras los partidarios de Trump se muestran exultantes ante la idea de tener unos Estados Unidos más fuertes, los detractores del magnate protestan su liderazgo, bajo el lema de “No es mi presidente”, tachándolo de peligro para la democracia, machista y racista.
Las protestan se han sucedido sobre todo en aquellas ciudades donde la candidatura de Hillary Clinton se impuso con mayor rotundidad. No hay que olvidar que, si bien las elecciones las ganó Donald Trump, si atendemos al número de votos recibidos, en realidad Clinton sacó una ventaja de más de 200.000 votos sobre su rival. Pero las normas electorales son así y hay que respetarlas.
Las protestas más multitudinarias han sido las de Filadelfia (Pensilvania) y Chicago (Ilinois), ciudad en la que las protestas se concentraron frete a la Torre Trump.
La mayoría de las manifestaciones transcurrieron de forma pacífica, aunque hubo que lamentar algunos incidentes. Por ejemplo, en Okaland (California) los manifestantes tuvieron encontronazos con la policía y formaron varias barricadas a las que prendieron fuego. En Richmond (Virginia), los manifestantes rompieron los cristales de la sede del partido republicano. También en Nueva Orlean (Lousiana) se rompieron los cristales de diversos edificios y entidades bancarias y se quemó, en señal de protesta, un muñeco de Donald Trump.
Mientras, durante sus últimas horas al frente de la Casa Blanca, Barack Obama animaba a realizar un tránsito pacífico y ponía su equipo de gobierno a disposición de Trump para realizar un traspaso de gobierno tranquilo y eficaz.