Hace ya cinco años que Estados Unidos salió de la gran recesión. Desde entonces, la primera economía del mundo se expande, el paro baja y el déficit se ha reducido a más de la mitad. Además, el boom del petróleo y del gas natural auguran una caída en los precios que sería el abono perfecto para una nueva era de prosperidad.
EEUU consiguió un crecimiento del 4% de su producto interior bruto en el segundo trimestre de 2014. Además, se han logrado recuperar nueve millones de empleos que se perdieron durante la gran recesión.
Ahora bien, la gran recesión ha dejado a su paso un país mucho más desigual, con el ascensor social atascado y con una clase media que no ha dejado de perder poder adquisitivo.
Por tanto, la recuperación estadounidense no puede ser proclamada como una gran victoria. De hecho, nadie celebra nada. Además, la popularidad de Barack Obama se encuentra en los niveles más bajos desde que accedió a la presidencia, y su partido, el demócrata, ya tiene casi asumida su derrota en las elecciones legislativas del próximo noviembre.
Se puede hablar de una recuperación a medio gas. La vuelta al optimismo y prosperidad de las décadas anteriores parece ahora mismo una utopía.
A pesar de los esperanzadores signos de recuperación, lo cierto es que la sociedad estadounidense vive en estado de «ansiedad» por su futuro económico, como así se desprende de un sondeo realizado por The Wall Street Journal.
Se crea empleo, pero este es precario. La economía crece, pero los salarios o se estancan o disminuyen. El 73% de los empleos recuperados tras la recesión es de salarios bajos.
«Las cosas van bien, pero no tanto como podría esperarse de una economía que tiene mucho margen de crecimiento. El producto interior bruto actual se halla por debajo del producto interior bruto potencial», explica Doug Handler, economista de IHS Global Insight.