Ya ha comenzado el Mundial de Rusia 2018 y España mantiene la terrible tradición de no empezar bien las competiciones internacionales. También es cierto que el principio no era fácil, con una Portugal frente a frente, en la que Cristiano Ronaldo brilló como nunca antes lo había hecho.
Cuando los astros se alinean
Cristiano Ronaldo adelantó a la selección portuguesa en el minuto 3’. Supuso un mazazo psicológico, que acrecentaba la crisis de la Selección, tras la destitución de Lopetegui y la apresurada posición de Hierro como nuevo entrenador, hacía apenas 48 horas antes de que el balón conociera el interior de la portería española.
Diego Costa consiguió empujar a la Selección hacia el empate en el 23’, pero no sirvió para levantar el ánimo del equipo. Lo que parecía una remontada en toda regla, tenía que esperar a un nuevo contrapié.
De Gea cometió en el 43’ un error garrafal, como ya lo hiciera contra Suiza previamente. Cristiano Ronaldo volvía a adelantar a Portugal en un 2-1 con el que se fue al descanso.
La segunda parte sí permitió la remontada. Diego Costa en el 54’ y Nacho en el 57’ presentaban la mejor imagen de La Roja. Sin embargo, dar algo por sentado ante Cristiano Ronaldo es pecar de confiado.
En el minuto 87’, el portugués hacía historia en los Mundiales con un gol de falta que empataba el encuentro, pero daba la imagen de vencedor a su equipo.
Consuelo y confianza
Las palabras de Hierro, de Sergio Ramos y de otros jugadores de la Selección intentaban animar a De Gea, pero el guardameta lo cierto es que protagonizó una de sus peores actuaciones en una trayectoria casi intachable.
El grupo B se presenta con confianza para España, pero el Mundial de Rusia demuestra que en esta competición todo es posible. Debe regresar el acierto, debe retomarse el espíritu ganador e intentar el liderazgo como es propio de un cabeza de serie.
