Semana que se llevaba esperando hace mucho tiempo por la importancia histórica y política que podría haber llegado a tener para nuestro país y que parece ser que finalmente ha quedado en poca cosa. El 9 de noviembre de 2014 se recordará como una consulta, pregunta o llámenlo como ustedes quieran sobre la posible independencia de Cataluña del resto del marco político español. Durante mucho tiempo partidos catalanes como CIU o Esquerra Republicana per Catalunya mantuvieron su firme postura de llevar a cabo la celebración de esta consulta.
El Gobierno por su parte, claramente se mantenía en contra de dicha celebración y acudió al Tribunal Constitucional, quien de forma sorprendente y en menos de 24 horas, emitió una respuesta favorable al Gobierno y en contra de los intereses de los principales partidos independentistas en Cataluña. Ante esta situación, Artur Mas, decidió echar marcha atrás y volverse mucho más cauto mientras que ERC seguía en sus trece de realizar la consulta a toda costa llamando la desobediencia civil. Finalmente esta consulta se produjo, pero con un carácter mucho mas light y ni mucho menos vinculante.
¿El resultado? Como suele pasar en estos casos, según a quien le preguntes. Para los partidos que han promovido esta consulta ha sido un éxito pues un 80% de las personas han votado a favor de la independencia de Cataluña. Sin embargo, ¿qué pasa con el 20% que se ha molestado en ir a votar y decir que no? ¿Vale una mayoría simple? El Gobierno por su parte se encalla en la escasa participación pues dos tercios de la población catalana no ha ido a votar por lo que se considera irrelevante cualquier resultado que salga del recuento de votos.
El problema tras tantos meses de debate es que no se ha solucionado absolutamente nada y estamos en el mismo punto que antes, prácticamente no se ha avanzado. No queda más que volver a empezar para buscar una solución.