Desde el pasado domingo el vodka es algo más barato en Rusia, después de que el gobierno del país decidiera bajar el precio mínimo regulado de la bebida nacional. Esta medida llega en un entorno de grave crisis económica y una preocupante inflación que ha provocado el encarecimiento de los productos de primera necesidad.
La medida tiene como objetivo rebajar el descontento de la gente por la subida generalizada de otros productos.
Mientras que otros precios han sufrido una subida generalizada, como por ejemplo del del transporte público, que ahora es un 7% más caro, el precio mínimo de la botella de medio litro de vodka pasa de los 220 a los 185 rublos, lo que equivale a poco más de dos euros.
A todo esto hemos de sumar la fuerte depreciación del rublo, el cual ha perdido más del 50% de su valor en los últimos meses. Esto ha provocado una fuerte subida de los precios, incluso para los productos de primera necesidad no importados, dejando en una situación agónica a los estratos de la población más desprotegidos.
La medida se aprobó después de que el presidente Putin expresara su disconformidad con respecto a la subida del precio de la bebida alcohólica nacional.
Una de las justificaciones dadas ante la nueva medida es que se pretende evitar que los consumidores recurran a los destilados caseros, algo que puede ser peligroso para la salud.
La población no ha recibido con entusiasmo la nueva medida, pues consideran que hay productos mucho más importantes, como las medicinas o los alimentos, que deberían ser rebajados. La mayor parte de los rusos coincide en señalar que la medida no es la más adecuada en la situación de crisis actual. «Ahora que los ánimos del país son tan depresivos, parece que nos dicen que hay que ahogar las penas» indica una jubilada rusa.